viernes, 18 de octubre de 2013

El apóstata o el principio de contradicción

Era católico, pero me decepcioné hasta tal punto que apostaté. Sin duda ninguna. Ahora soy ateo al cien por cien y no creo en Dios. Compadezco a aquellos que siguen creyendo en él. Sin embargo, de vez en cuándo, me encuentro a mí mismo arrodillado en una iglesia. Cuando salgo,siento una extraña mezcla de sentimientos. Por un lado, siento el rechazo de aquel al que negué, pero por otro, sé que esto es imposible puesto que aquel no existe...

Postdata
¿Qué esconden esos grandes ideales heredados del siglo XIX (Amor, Libertad, Nación, Honor, Heroismo...para que sea tan complicado deshacerse de ellos..?¿Hasta qué punto condicionan nuestra vida, hasta qué punto es posible que un día seamos capaces de fluir libremente sin estar atados a ideas y convencionalismos...?¿O será que el ser humano tiene que seguir por fuerza un ideal por descabellado que sea...? o, ¿no será que es el ideal quien nos persigue a nosotros, noche tras noche, rompiendo nuestro sueño, ese hermano de la Muerte, sólo para insuflarnos la vida...?

lunes, 30 de septiembre de 2013

Miradas furtivas sobre un diario

Cuando empecé a escribir tímidas entradas en My Space, las de mis diarios escritos mermaron, de manera que a día de hoy, es raro que siga escribiendo igual que lo hacía hace quince años. Cuando hube de migrar el contenido de aquel espacio a este blog, el proyecto de continuar fusionando literatura y vida, como expliqué por aquel entonces, se consolidó. Fue tomando una forma propia. Comprendí la manera en que internet había afectado a mi intimidad, animándome a airearla. Es en cierto modo lo que nos ha ocurrido a todos, lo que le ha ocurrido a la sociedad entera.


Hacia 2005 comencé a utilizar la red social My Space, que iba aparejada al hoy desaparecido MSN messenger .Mis contactos de messenger podían ver a través de My Space una suerte de rudimentario blog. La primera entrada que publiqué fue el poema de Rainer Maria Rilke Extinguish Thou my eyes. Así, en su versión inglesa.Posiblemente este acto, lejos de restringir mi visión, amplió mis miras...
Consciente o inconscientemente, la publicación de la entrada supuso para mí algunos descubrimientos: el primero de ellos fue que publicar un texto, aunque fuera ajeno, de manera que quedase colgado en la web abiertamente a los ojos de los demás, suponía una forma de expresión con un enorme potencial a la cual sólo me había acercado hasta el momento hablando diretamente en foros de comunidades. Pero ahora, esto implicaba que iba a tener la posibilidad de comunicar una serie de informaciones subjetivas que hasta ese momento  habían discurrido por otros cauces. Concretamente, por los cauces de mis diarios.

A día de hoy, una veintena de cuadernos y libretas de notas se hallan guardadas en mi casa. En ellos hay más de quince años de reflexiones y pensamientos que apenas he dejado a contadas personas leer a lo largo de todo este tiempo, de manera aislada y excepcional.Porque eso se supone que es, o debe ser, un diario: un diálogo interno, íntimo, con uno mismo; una herramienta terapéutica; un ejercicio de memoria; un pañuelo de lágrimas; un custodio de sueños. El papel que recoge todos los matices de nuestros pensamientos, sentimientos y opiniones; los deseos y los padecimientos, y también, claro está, las mentiras que nos contamos a nosotros mismos. Del grado de sinceridad del escritor depende que también se plasmen las verdades que de otro modo serían inconfesables.
Y una de estas verdades inconfesables es que lo expuesto hasta ahora no es del todo cierto.

La intimidad de un diario es relativa. Los diarios suelen estar expuestos a incursiones de miradas ajenas que, de forma furtiva, los leen a escondidas, como los textos prohibidos que son. Unas veces esto ocurre por preocupacíón de los familiares por el que escribe; otras es la pareja, quien por desconfianza o celos hace esto mismo. También puede ser cualquier curioso que casualmente se tope con ellos. A veces incluso existe un cómplice que facilita la acción, que no es otro que el propio autor. Este puede poner al alcance de la mano sus pensamientos con el objeto de que sean leídos de esta forma.

Y luego está esa suerte de público imaginario para el cual de forma indirecta estamos escribiendo. En un diario, un Yo se escribe a sí mismo, de suerte que se escinde, y queda así desdoblado: el Yo-autor y el Yo- lector. El Yo-autor quedará atrapado para siempre en los ejes del espacio-tiempo desde los que escribe, ejes que determinan su qué, quién y por qué. Pero el Yo-lector cambiará, porque estos ejes de coordenadas variarán inexorablemente. Lo harán en cinco minutos, en un día, en tres años. Así pues, el Yo-lector de multiplica incesantemente.

Este proceso de multiplicidad hace que este Yo entre a formar parte de una nueva categoría fuera del mismo yo: los lectores futuros. Es decir, en suma; que ningun autor posee un control sobre lo que ocurrirá con su obra a través del tiempo. Y un diario, o un conjunto de ellos, es, sin duda, una obra. Se trata de una vida literaturizada, si es que se puede usar esa expresión.

No sé muy bien si esto es lo que uno intuye al comenzar a escribir un diario, pero el caso es que sucede que el autor comienza a dirigirse a un público, un público inconcreto, pero distinto de él. Y con esto quiero llegar ya a mi conclusión: este blog no es, finalmente, un diario íntimo. Su importancia reside para mí, como ya he explicado alguna vez, en permitirme traducir la vida cotidiana en literatura, pero esta vez con un público que puede ser o no anónimo, pero es real y distinto totalmente.Surgen mecanismos de autocensura y defensa, es verdad; pero a la par surgen modos de creación, de imaginación.

Le he tomado cariño a este proyecto tan personal y pequeño, pero para mí, tan enorme y vital. Y por eso espero que en no mucho tiempo, los contenidos migren a un nuevo espacio en los que la información pueda tener una dimensión más comprensible y ordenada, que este peculiar diario necesita.Estoy preparando una nueva migración.


martes, 6 de agosto de 2013

The boy with the flower in his ass

Nacimos con unos meses de diferencia, que no alcanzaban el año. Él, naturalmente, nació antes.Yo siempre fui un buen estudiante, pero lo suyo era otra cosa. Iba un curso por delante de lo que le correspondía en el colegio, y terminó sus estudios universitarios dos años antes que yo. 

Él tenía una amantísima familia que le apoyaba en todos sus planes y decisiones, mientras que la mía no hacía otra cosa más que convertir todas las elucubraciones de mi voluntad en dramas, tragedias y herejías.
Las casualidades quisieron que tuviéramos que someternos a tratamiento médico por la misma cosa, y su cuerpo absorbió y metabolizó las medicinas que era cosa de maravilla, mientras que el mío a duras penas iba tirando.
No tuvo muchas novias, pero las que tuvo las tuvo porque se le tiraban encima, mientras que yo sí tuve unas cuántas, que hube de conquistar tras arduos esfuerzos y múltiples impactos de calabaza.
Estando así las cosas, un buen día se despertó con un trabajo maravilloso, un piso en en el centro de la ciudad y un bebé llorón al que sacar a pasear en su monovolumen, todo esto compartido con la última mujer de su historial. Ella era una profesional a su altura, divertida, creativa, imaginativa (todas estas cualidades de las que él no andaba sobrado), parlanchina, irritante, amante de todo tipo de manualidades absurdas que pareciesen fashioncool y amiga de sus amigos, que  le obsequió con un ridículo perro Yorkshire.
Así eran la vida para él al llegar ese momento.
Quizás en gran parte las cosas fueron por suerte, y por disponer de mayor talento. Pero el crimen que nuestro gran chico cometió no fue el dejar de lado al amigo cuando la vida empezó a sonreirle en todo su esplendor (¿o realmente no era así...?). No. El crimen fue venderse al conformismo, matar la capacidad crítica de su inteligencia y decidir que a partir de ese momento, las riendas de su vida las llevarían otros.
Tanto luchar (o no tanto), para llegar a ser "alguien", y todo para alcanzar ese punto en que poder ansiosamente dejar de ser, de pensar, de elegir.
Bajo esa apariencia de triunfador siempre había sido un cobarde y un mentiroso.Inteligente, eso sí. De una inteligencia maquiavélica y calculadora de sucio burócrata mezquino.Que por mucho que fingiera divertirse al disfrazarse  de mamarracho en un bar de Malasaña alquilado a tal efecto por su señora para proclamar un lamentable peterpanismo, la cruda realidad es que nunca fue joven, sólo un pequeño ser amargado e incapaz de amar.

viernes, 12 de julio de 2013

Teresa Forcades

Sabe Dios que en este blog (ya lo he dicho alguna vez), no suelo tocar temas de actualidad salvo raras excepciones. Y claro, hoy va a ser la segunda de estas excepciones, si no llevo mal la cuenta.

Teresa Forcades i Vila es una monja benedictina que reside habitualmente en un monasterio de Montserrat, en Barcelona. La hermana Teresa es una mujer sumamente inteligente y preparada: es doctora en Medicina, hizo su especialización en los USA, y también estudió Teología en Harvard. Su curriculum está fuera de toda duda, y cualquiera puede comprobar sus dotes para la dialéctica en las decenas de videos que hay colgados en internet y en los que habla de las más diversas temáticas: desde los crímenes de las multinacionales farmacéuticas a la teología de la liberación, pasando por el feminismo y la teoría queer, así como el independentismo catalán y la protesta y el clamor por la justicia social y la pérdida de derechos de la ciudadanía. Todo esto sin despeinarse un pelo debajo de su toca de hermana de la orden de San Benito. A la hermana Teresa le han hecho entrevistas en múltiples medios de información, y ya empieza a sonar en el extranjero: The Guardian le ha dedicado un reportaje hace escasos días. Este humilde bloguero ha tenido la ocasión de escucharla durante casi dos horas esta semana en vivo y en directo, experiencia que me ha movido a romper mis costumbres y a decidirme a comentar algo fuera de mis temas habituales.

En primer lugar, está, por supuesto, la sensación de contradicción. ¿Cómo puede ser que una monja que afirma pertenecer orgullosamente a la Iglesia Católica vaya abiertamente contra muchas de sus posturas oficiales? (Aborto, homosexualidad, feminismo, por ejemplo). Esto es algo que yo era incapaz de comprender, y aunque sigo sin terminar de entenderlo, Sor Teresa se explicó en términos metafóricos de luchar o morir. Dijo Sor Teresa que ante la contradicción interna que supone el choque de unas vivencias personales que la tradición católica condena, caben tres opciones: o aguantarse y asfixiarse, o largarse de allí, o quedarse y luchar para que las cosas cambien. Ingenuo de mí, yo no sabía que esta última opción era válida en el seno de la institución. Por lo poco que sé, el Papa Juan XXIII, impulsor del Concilio Vaticano II, fue supuestamente asesinado, por no hablar de la condena explícita y en algunos casos la excomunión a las que fueron sentenciados los representantes de la teología de la liberación, como Leonardo Boff o Enrique Miret Magdalena. Pero por lo visto aún siguen gentes dentro de la Iglesia que no se resignan a la podredumbre de su armazón institucional y quieren un cambio radical.Por mucho que me conmuevan estas palabras y el acercamiento y el amor cristiano que nuestra monja profesa a todos los colectivos denostados por la doctrina oficial, no me va a convencer: para mí, el error es la Iglesia misma. La Doctora Teresa Forcades es Teóloga; yo soy Filósofo, y no hablamos el mismo lenguaje. El teólogo siempre tendrá ese as en la manga que es la fe, y siempre hablará desde una tradición que ha de seguir para poder argumentar, y que tiene a Dios por testigo. Por mi parte, filósofo de la escuela marxista y existencialista, a Dios lo matamos hace tiempo.La lógica tomista,uno de cuyos resortes fundamentales es la analogía, no nos vale: ya hemos avanzado mucho desde entonces, el siglo XX  fue, entre otras cosas, el siglo de la lógica formal; el comunismo, la continuación racional del cristianismo de base ,(sobre esto es muy interesante el libro de ensayo de Albert Camus El hombre rebelde.) y la teología de la liberación del siglo XX, una suerte de síntesis hegeliana de ambos.

De todas formas, he de reconocer que la charla de Forcades me ha abierto una puerta de re-conocimiento de la Iglesia: una puerta que muestra que es una casa dividida, compartimentada, que da cabida a grupos elitistas y criminales como el Opus Dei y a otros movimientos de base, más sociales. Aunque está claro quién tiene la sartén (y la pasta), por el mango. En este sentido, se abren múltiples opiniones ante la actitud combativa de Sor Teresa: es acogida con entusiasmo y cariño entre grupos que han sido tradicionalmente despreciados, silenciados o condenados por la Iglesia, como los colectivos LGTB o los movimientos de izquierda radical (recordemos que ella, al igual que otros intelectuales españoles de izquierda, ha apoyado a Hugo Chávez), y condenada rotunda y despectivamente por sus hermanos en la fe más derechones, que no dudan en tacharla de absurda y en pedir a gritos su excomunión, negándole desde el machismo más repulsivo el derecho a llevar los hábitos que se ha ganado, despreciándola como si por ser mujer y religiosa fuera menos doblemente doctora. Sé de lo que hablo porque una somera búsqueda por internet nos dará estos resultados.

Finalmente, está la posición escéptica. Hay quien piensa que cómo es posible que la Iglesia no la haya mandado callar ya. Sor Teresa tiene medios a su alcance: es evidente que el dinero del que proviene su formación o es de su familia, o es de la Iglesia. Y es cara. Y que ahora mismo su actividad cuesta también su buen dinero: viajes, conferencias, reportajes, una secretaria particular. En algún blog de uno de estos señores hermanos en la fe a los que aludía antes, dechados de caridad y respeto, se dice sin tapujos que la monja lo que quiere es colgar los hábitos y medrar en política, pasando así de comer de la Iglesia a comer de la Generalitat catalana. Esto el tiempo lo dirá. En todo caso, pienso que si eso ocurre, muy taimada tendría que ser Sor Teresa para calcularlo así: pienso más bien que podría ser un cauce natural del curso de las cosas, más que un plan premeditadamente trazado. Se puede pensar así porque es el rumbo que han seguido sus precursores en los intentos de modernización, como ya hemos expuesto. Lo que servidor piensa es que posiblemente a la Iglesia le viene bien el lavado de cara que la posición excéntrica respecto de su dogma sostiene la monja. Posibles conversiones y más fieles, aunque sean díscolos en un principio. Bien mirado, mi argumento no tiene mucho sentido: no creo que a la Iglesia le interese que se llenen sus conventos de feministas ni marxistas covencidos y en lucha. Pero de momento, puede ser un movimiento estratégico de marketing para ganar prestigio, como la elección de Bergoglio para el papado.

La historia personal de Sor Teresa, como ella misma cuenta públicamente, es la de una conversión paulina, una conversión tardía. Posiblemente una persona inteligente y de gran agudeza mental que comienza a darse cuenta de que el mundo es frío, insensible y sin sentido (bienvenida a la realidad, amiga Teresa), y que siendo adolescente descubre los evangelios. De ahí a ser acogida entre las benedictinas median pocos años. Esto cuadra perfectamente con las ideas feministas de comunidad e independencia (relativa), de los hombres.
Aquellos que renegamos de la fe cristiana habiendo sido educados en ella desde nuestra infancia no podemos más que observar el hecho psicológicamente, aunque nos vengan con el argumento de la llamada de la vocación.Los evangelios pueden proporcionar valores, ética, sentido y ¿por qué no?, amor. Pero son mucho más que eso,son, representan y justifican cosas mucho peores.La verdad es que es una buena noticia que la Iglesia luche por ser una institución más humana, más fiel a su teoría, menos hipócrita, mafiosa y patriarcal. Comparto opiniones con la hermana Teresa, y mientras siga por este camino, la respeto y la defiendo. Pero no me hacen falta argumentos teológicos trinitarios ni de otra índole para estar convencido de que la monja defiende la causa correcta.

Corolario
Para mí, y de esto sí he hablado en este blog, el intento de justificar la existencia de un Dios omnipotente y bondadoso a la vez que existe también el Mal, es fuente de escepticismo suficiente para no creer en un Dios matemático; no digamos ya en mitos salidos de oscuros escritos basados en ancestrales y arcaicas tradiciones hebreas y egipcias.

jueves, 13 de junio de 2013

W.B. Yeats: The stolen child / Loreena Mckennitt

Hace unos días descubrí a la compositora, cantante y multiinstrumentista canadiense Loreena Mckennitt.
En realidad no fue un descubrimiento sensu stricto.Había oído hablar mucho de ella. (Es sobradamente conocida). Incluso posiblemente alguna vez la escuché en el desaparecido programa de RNE Diálogos con la música. Pero creo que por algún motivo oculto en mi inconsciente, la imagen de Loreena no me convencía. Quizá cuando estaba más interesado en la música en general, para mí eran sumamente importantes cosas como las sensaciones, la fuerza, la pasión, el ruido, y por qué no, la evocación de la violencia y de los estados mentales alterados (con seguridad, buscaba también la consecuente catarsis). En este sentido, músicos como Hedningarna, o Dead can Dance, tenían para mí mucho más gancho que Mackennitt. Tampoco ayudó el hecho de no tener a mano discos de la canadiense, como sí los tenía de Enya, Capercaillie o muchos otros.
Para no enrollarme más, ahora es cuando, como decía al principio, estoy descubriendo la música de Loreena McKennitt. Quizá estoy más receptivo porque es una música más detallada, más estudiada, más volcada hacia el estudio histórico y literario, hacia el preciosismo. Creo que es una artista maravillosa, que  ha hecho versiones musicales de poemas irlandeses, tanto populares, como más cercanos a nuestro tiempo. Por eso voy a rendir homenaje hoy al poeta W.B.Yeats, y dejaré el link a la fantástica Loreena para perderme en su voz una vez más.



EL NIÑO ROBADO (THE STOLEN CHILD)


Where dips the rocky highland
Of Sleuth Wood in the lake,
There lies a leafy island
Where flapping herons wake
The drowsy water-rats:
There we've hid our faery vats,
Full of berries
And of reddest stolen cherries.
Come away, O human child!
To the waters and the wild
With a faery, hand in hand,
For the world's more full of weeping than you can understand.
Donde se zambullen las montañas rocosas
Del bosque de Sleuth en el lago,
Hay una boscosa isla
Donde las garzas al aletear despiertan
A las soñolientas ratas de agua:
Allí hemos ocultado nuestras tinajas encantadas,
Llenas de bayas
Y de las cerezas robadas más rojas.
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.
Where the wave of moonlight glosses
The dim grey sands with light,
Far off by furthest Rosses
We foot it all the night,
Weaving olden dances,
Mingling hands and mingling glances
Till the moon has taken flight;
To and fro we leap
And chase the frothy bubbles,
While the world is full of troubles
And is anxious in its sleep.
Come away, O human child!
To the waters and the wild
With a faery, hand in hand,
For the world's more full of weeping than you can understand.
Donde las olas del claro de luna alumbran
Las oscuras arenas grises con su brillo,
Lejos, en el lejano Rosses
Nosotros caminamos por ellas toda la noche,
Tejiendo viejas danzas,
Juntando las manos y juntando las miradas
Hasta que la luna emprende el vuelo;
Saltamos de un lado a otro
Y cazamos las burbujas de la espuma,
Mientras el mundo está lleno de problemas
Y duerme con ansiedad.
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.
Where the wandering water gushes
From the hills above Glen-Car,
In pools among the rushes
That scarce could bathe a star,
We seek for slumbering trout
And whispering in their ears
Give them unquiet dreams;
Leaning softly out
From ferns that drop their tears
Over the young streams.
Come away, O human child!
To the waters and the wild
With a faery, hand in hand,
For the world's more full of weeping than you can understand.
Donde el agua errante cae
Desde los cerros a Glen-Car,
En lagunas entre los rápidos
Que casi podrían bañar una estrella,
Buscamos las truchas que dormitan
Y susurrando en sus oídos
Les damos sueños inquietos;
Inclinándonos con suavidad desde
Los helechos que lloran
Sobre los jóvenes arroyos.
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.
Away with us he's going,
The solemn-eyed:
He'll hear no more the lowing
Of the calves on the warm hillside
Or the kettle on the hob
Sing peace into his breast,
Or see the brown mice bob
Round and round the oatmeal-chest.
For he comes, the human child,
To the waters and the wild
With a faery, hand in hand,
From a world more full of weeping than he can understand.
Con nosotros se marcha
El de mirada solemne:
Ya no oirá el mugido
De los terneros en la cálida colina
O a la tetera en la cocina
Cantar paz para su pecho,
Ni verá el cuello pardo de los ratones
Alrededor del cajón de la harina de avena.
Pues se viene, el niño humano,
A las aguas y lo silvestre
Con un hada, de la mano,
Desde un mundo con más llanto del que puede entender.


Y la versión de Loreena, en este link:
http://www.youtube.com/watch?v=ajWqJ0bcyac








martes, 21 de mayo de 2013

Una de los nuestros

Siempre le había costado bastante relacionarse con los demás. Lo que había hecho de ella una tía con carácter. Tenía una personalidad fuerte y mucho genio. Disponía de un mundo interior vasto y complejo. En cierto modo, se había acostumbrado a ser una rara avis, a tener períodos de soledad. Ella se decía a sí misma que ya estaba acostumbrada, que no le importaban; se había acostumbrado tanto a ellos, que eran parte de su vida y no había mucho más que decir al respecto.
Y había sido muchos años así, realmente. No fue consciente de cuándo comenzó exáctamente el cambio. Aunque sí podría rastrearse en su biografía el momento en que comenzó la situación que acabó en ese cambio.
En su nuevo trabajo, las relaciones sociales eran más complicadas que en un  grupo familiar de simios en plena jungla africana. Esnobismo, idiotez y papanatismo se aliaban para dar la espalda a los nuevos compañeros de trabajo. Los necios cerraban filas como un sólo hombre en torno al más recalcitrante cretinismo. Es un principio antropológico conductual universalmente conocido que la coherencia e identidad de un grupo humano sólo puede existir mediante la exclusión de los que no son como nosotros. Así que de entrada, esto le sucedió a ella, que, resignadamente, se juntó con el resto de excluídos. Y en este grupo  encontró en poco tiempo un novio, y también un puñado de amigos.

Su novio no tardó en cambiarse a otro trabajo, por lo que ella tomó la costumbre de salir con los amigos después de trabajar, ya que los horarios eran algo incompatibles. Así que pasó horas y horas con ellos, y con uno más que con los demás. Fueron tardes y tardes de meriendas, cañas, a veces de copas y comidas o cenas, paseos, compras.Pasaron los años y el grupito de esnobs se fracturó. Muchos de sus miembros se marcharon a otros trabajos, y entró gente nueva dispuesta a coger el relevo de la idiotez. Pero estos a ella ya la encontraron prevenida. Poco a poco se encontró entre ellos nadando como pez en el agua. Consiguió dar con la clave, la clave que durante toda su vida la había mantenido apartada de la popularidad american style : se trataba, lisa y llanamente, de transigir. De actuar y no pensar, de dejarse llevar, de entrar en la dinámica sin objetar. Aunque por supuesto, ello significara dejar de lado sus ideas o sus puntos de vista. Se estaba muy a gusto siendo borrego entre borregos. Pero la felicidad tenía un precio.La felicidad exigía un sacrificio, y no era ni más ni menos que renunciar a ese amigo que había estado con ella durante los años de soledad, de apartamiento. Ese individuo, que seguía tozudamente empeñado en denunciar la imbecilidad reinante, en preferir la soledad de la individualidad a la estulticia del rebaño, estaba creándole conflictos. Era un obstáculo entre ella y su nuevo estatus.Molestaba mucho. Ya no era un amigo, era un saco de problemas.
Había comprendido, y sabía que ser aceptada por la manada de babuinos tiene un precio. En eso consiste molar: en que todo te dé igual. Se preparó para el sacrificio, que en realidad tenía también  algo de suicidio. Hechos consumados sin derecho a réplica. Todo tiene un precio en esta vida.

viernes, 8 de marzo de 2013

La ponencia

La sala irrumpió en aplausos y entonces él respiró.

No era para tanto, ni mucho menos. Al fin y al cabo era un profesional de la palabra con años de experiencia a sus espaldas. El auditorio había sido reducido, unas treinta personas, quizá alguna más.Al inicio sintió, a pesar de todo, esas cosquillas justo entre el pecho y la garganta; dicen que todo buen profesor las siente antes de dar una clase, cualquier clase, aunque la haya dado millones de veces, aunque todos los días hable en público durante horas. El miedo escénico es como una rémora que nunca abandona al buen orador.

No se trataba de una clase ante sus alumnos universitarios, sino de una ponencia en una institución cultural en el centro de la ciudad. Tampoco esto le había amedrentado; él era un todoterreno; había manejado todo tipo de auditorios, desde niños de instituto hasta políticos y periodistas; desde perfectos ignorantes a eminencias en su materia. Y casi siempre salía airoso, porque en general, el público se volcaba con él. El público lo conocía bien. Cualquier aparición suya generaba un efecto llamada en un auditorio potencial, de suerte que siempre contaba entre los presentes con una porción de personas que sabía que iban a apoyarlo incondicionalmente. Solían ser colegas, amigos, amigos de amigos y a veces algunos alumnos que se tomaban con gusto la molestia de seguirlo allá donde fuera.

Cuando la ponencia terminó, era noche cerrada. Saludó a algunos de estos incondicionales que habían ido a verlo, como siempre; pero ese día estaba nervioso.No había sido para tanto, pero había ocurrido algo que siempre temía que sucediese, y no necesariamente al hablar ante un auditorio. Lo temía todos los días al salir de casa, en el camino hacia la universidad, en el metro, al salir a dar un paseo. Lo temía y a veces ocurría. Hoy había ocurrido. Quería marcharse, marcharse corriendo, refugiarse en casa; había vuelto a ver ese rostro.

Podría decirse que se conservaba bien. Ya pasaba de los cincuenta, pero su porte y sus ojos, y su aire de niño soñador, seguían siendo los mismos que  adornaran  su adolescencia. Y en el fondo él sabía que el secreto estaba en la ilusión. Él era un idealista, un optimista incorregible. Seguía fiel a las ideas de su juventud, no se había corrompido como otros, como todos. Su estilo de vida no había cambiado; se esforzaba por rodearse de gente joven; había tenido un hijo de nuevo con una pareja quince años más joven, tras divorciarse de su primera mujer. Él era fiel al idealismo de la juventud, de la sangre nueva. El sentido de su vida era enardecer cada día los corazones de aquellos jóvenes que le escuchaban con la misma ilusión e inocencia con la que siempre lo habían hecho. Rostros jóvenes, miradas limpias, ojos como espejos que reflejaban el mundo, que reflejaban sus ideas de esperanza y lucha, y que le devolvían la fuerza, que le devolvían sus palabras mil veces más fuertes, ancladas ahora en la promesa de un mundo mejor donde su mensaje fructificaría para el bien de todos.

No sabría recordar con exactitud cuándo fue la primera vez que se cruzó con ese rostro. No podría decirlo, pero habían pasado ya bastantes años desde entonces. Se sintió muy mal. Al cabo de otro par de años volvió a verlo, y sufrió una crisis existencial. Tuvo que luchar mucho consigo mismo para detener una depresión. A partir de entonces, el rostro apareció con más frecuencia, en lugares anodinos, sin ser esperado, por sorpresa; en cualquier parte podía asaltarle aquella cara. Comenzó a rehuírla; pero de poco servía,de pronto se encontraba hablando con esa persona de ojos cansados, espinazo partido, casi jorobado, como un anciano; a veces ojeras profundas, oscuras; a veces imposibles dientes amarillentos y halitosis. Alopecia, temblores; mirada perdida. Un viejo desilusionado, con todo el dolor de un mundo sucio, cenagoso, implacable e injusto en una sonrisa que era como un rictus , quería estrechar su mano. No es que le diera asco, no. Le aterraba. 

Cada vez que se cruzaba, por azar, con un ex alumno que corría a saludarlo para recordar los buenos tiempos, los tiempos de la ilusión, de la juventud y de la alegría, los tiempos en los que él personificaba la promesa de un mundo mejor, quería salir corriendo, huir, huir lejos.Hoy, en la ponencia,entre los asistentes, habia vuelto a ver esa cara. Lo reconoció pese al brutal peso del mundo real, que había aplastado a aquel que no hace tanto habia sido un joven inocente y lleno de sueños; que le habia creído.Y salió corriendo, maletín en mano, con ganas de llorar, salió corriendo, mentiroso, mentiroso...