silenciosos lectores aquí y allá, separados unos de otros, inmersos cada cual en su mundo, se repartían por el paseo ajardinado como estatuas vivientes, como gigantes mitológicos devoradores de fábulas.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Yo amaré a...
Yo amaré a una zorra. sí;pero soy lo bastante hombre como para admitirlo.
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