lunes, 28 de junio de 2010

Raro

Es tan raro.
Amparado por extraños, saludado por extraños, respondiendo a la fría amabilidad de los extraños. Sólo ellos sonríen, sólo ellos hablan, sólo ellos, como frías máquinas androides.Dejas el dinero en su mano , gracias, caballero, su vuelta; ¿va a salir?Lo que busca está al final de ese pasillo, gracias, de nada, de nada; buenos días, buenas tardes, adiós, hasta luego. La cuenta, por favor. Gracias, gracias, gracias. Revolotean a mi alrededor mientras me fumo un cigarrillo y tomo el café tan fuerte que me ha desvelado. Una pantalla de televisión muda, otro extraño, pero tan conocido, y estoy sólo en esa mesa, sólo están los extraños y las máquinas que zumban, se encienden, cantan, escupen más café. Ojalá hubiese alguien de carne y hueso enfrente de mí, alguien que comprendiese que tan sólo me quiero fumar ese cigarrillo mientras me bebo el café, y no le pareciese extravagante. ¿De veras soy tan raro?

Mi dinero tintinea atrayendo a los extraños, sonrisas forzadas, maquinales, robóticas, su tabaco, gracias. Miro las fotografías de aquellos a los que debería considerar algo así como amigos, o al menos conocidos, y me doy cuenta de que cada día estoy un poco más lejos de ellos. Cuando creía que me iba acercando, resulta que nos hemos alejado aún más. Cada vez hay menos que decir, si es que alguna vez lo hubo. Cada día suena todo más falso, más hipócrita, más irreal.
Estoy empezando a tener la sensación de que todos somos máquinas, y lo peor es que me inquieta que no sea verdad. Porque de no ser así, la realidad sería simplemente el infierno en la tierra.
Pero ya no estoy seguro de nada.

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