viernes, 16 de julio de 2010

No hay propiedad

Si no podemos ser ángeles, entonces sólo nos queda el horizonte de la muerte, Liria dixit.Aunque él añade un toque más positivo y aún se agarra a no se sabe qué entelequias onto-lógicas, como un viejo Rosseau lunático que delira en una isla desierta. Yo me quedo con la primera parte de su afirmación. Ultimamente he creído  que la predicación de la pobreza material era tan sólo un arma utilizada por las religiones organizadas de toda época y latitud para controlar a los seres humanos chupando así su dinero, su riqueza y su poder reproductivo a favor de una organización. Pero hace poco me viene la duda de si no será que, para los que somos demasiado cobardes y no podemos autoeliminarnos, lo mejor sea la renuncia, al mundo, a la carne, entregarse al descarnamiento hasta que nuestro ansia de deseo se reduzca a cero. Cero necesidades,cero amor, cero hambre. Hasta anularse y desaparecer, hasta que el mundo no importe. Soy una criatura que no está hecha para vivir en este lugar. Los seres humanos me dan asco, miedo, no los comprendo, me hacen daño una y otra vez, y como en la fábula de Kafka, cada mañana descubro horrorizado que estoy preso en un cascarón humano. Hoy he intuido por qué hay hombres que un día no pueden abrir la puerta de sus casas. Simplemente, les falla el corazón y la llave se les cae de la mano. Siguen caminando por la calle y paulatinamente, todo empieza a importar muy poco. Dormir al raso o a cubierto. El nombre de la calle en la que estás durmiendo borracho, y si tus pantalones te llegan por las rodillas y te has meado encima.
El miedo, el miedo. Lo que me mantiene en pie en medio de este mundo repugnante es el miedo. Miedo a lo que el mundo puede hacerle a alguien como yo. Por eso braceo torpemente y trato de no ahogarme, esquivando puñales, esquivando balas, esquivando las flechas envenenadas de aquellos que llaman amigo mientras intentan que su punta me acierte entre las costillas. Ahí te pudras, ahi te pudras. Amigo, amigo, amigo. Amigo, si sigues pidiéndome amor, tendré que empezar a plantearme que no somos amigos y entonces comenzará la cacería de verdad. Tú eliges, amigo.

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