Por elogio de los hombres, he gozado noches tan estupendas, que la sangre, en muchedumbre de alegrías, me atropellaba el corazón, y yo creía, sobre las espaldas de mi pueblo de alegrías, cruzar los caminos de la tierra, semejante a un símbolo de juventud.
Roberto Arlt, El juguete rabioso
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