Ya lo advirtió Platón, cargando duramente contra las artes en general en La República.
El filósofo y el artista están condenados a no entenderse.
No bastan reconciliaciones meramente aparentes ni que el filósofo hable sobre la belleza,sobre la estética; no basta con que el público tenga una amalgama decimonónica en mente a resultas de las mezcolanzas del siglo XIX, del batiburrillo bohemio en el que filosofía, arte y literatura, y finalmente ciencia, se mezclan en orgía sanguinolenta y sin sentido.
Los artistas habitan en un mundo, y los filósofos, en otro. Los filósofos tratan de entender el mundo: los malos filósofos malinterpretan esta afirmación y hacen y dicen cosas muy raras o son falsos pensadores.
Los artistas tratan de re-crear el mundo mediante nuevas reglas: los malos artistas sólo entienden en esta actitud una cosa: la incapacidad de comunicarse con el mundo en general, la creencia de que su visión mediocre les ha convertido en demiurgos, en definitiva, una vergonzosa y sonrojante sordera hacia lo que les rodea, alimentada por la falsa convicción de haber alcanzado unos ideales éticos y estéticos inmutables y verdaderos.Es escalofriante que para muchos, Platón haya quedado como el dogmático fascista avant la lettre, frente a los desmanes que los artistas cometen con toda impunidad en el ámbito de la razón discursiva.
Semejante vicio sólo les es permitido a los grandes genios. Cuando los pintamonas y juntaletras caen en ellos, simplemente se convierten en seres pequeños, patéticos y de enorme ridiculez.
Es de notar cómo la antigua raza de los filósofos, entre los que se encuentran reyes, aristócratas, mercaderes,místicos, monjes y soldados; alguno que pasó por loco, otro por gran pecador y otro por asceta, es de notar cómo se ha ido extinguiendo por pura dignidad.,mientras que esos llamados artistas proliferan hoy día como setas, llenando el horror vacui con incomprensibles e inconexos pastiches de sordera y ceguera.
Alexious Vernant
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