silenciosos lectores aquí y allá, separados unos de otros, inmersos cada cual en su mundo, se repartían por el paseo ajardinado como estatuas vivientes, como gigantes mitológicos devoradores de fábulas.
martes, 3 de marzo de 2009
Leopoldo
Al hombre que no te deja vivir
se le debe matar en defensa propia. Leopoldo María Panero
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