He cazado unos cuantos monstruos en mi vida. Bueno, cazar no es la palabra exacta. Más bien, los he descubierto, y ellos a mí, y ahora me persiguen. A veces me fatigo tanto de huir que creo que no merece el esfuerzo y tengo ganas de tirar la toalla, de que se queden con su mundo, de que vivan y yo por fin disfrute de una paz eterna.
Por desgracia, hay tantos.
Me pregunto si yo seré este tipo de monstruo para alguien, quiero decir, un montruo dañino y destructor, no lo sé, pero en todo caso:
Este maravilloso cuadro escalofriante.
Este David, imberbe, tenso aún por el terror, por el pánico de haberse enfrentado al monstruo Goliath, deposita, desafiante, su cabeza cortada mirando a diestra y siniestra para comprobar que su victoria le ha confirmado efectivamente como el genuino ganador. Ganador de los derechos de hombría, de valentía, de fuerza, de autoridad.
Amigos, todos los días hay que matar a Goliath.
Eso es lo agotador de la lucha.
- Valentin de Boulogne
- David With the Head of Goliath and two Soldiers
- ca. 1620-22
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