lunes, 20 de abril de 2009

teodicea

La teodicea es aquella disciplina filosófica-teológica que trata de argumentar cuál es la explicación de la presencia del Mal en el mundo, pues parece contradictorio con la definición misma de Dios y el postulado de su existencia el por qué de la existencia pareja de este  en su creación.

Tradicionalmente, el dogma católico (ignoro los demás dogmas religiosos que hayan analizado este problema), se ha defendido mediante argumentos de relativización del mal. Estos argumentos tienen en el Tomismo su culmen,y a grandes rasgos tratan de demostrar que lo percibido como mal no es realmente tal en sí mismo, mediante la clásica fórmula que sostiene que "el mal es la privación del bien (debido.)" Es decir, el mal no tiene una consistencia ontológica ni existencial por sí mismo, sino que es una mera ausencia de otra cosa.El mal surge de la imperfección del mundo frente a la perfección divina, y también es consecuencia de la libertad del Hombre y de su elección personal. Argumentos posteriores de racionalistas como Leibniz postulan que el mal con existencia real en el mundo es mucho menor que el percibido por nostros, y que Dios arquitecto, en el momento de hacer el mundo, se vio obligado a introducir una cantidad de imperfección ínfima puesto que no podía hacerlo de otra manera, siendo el resultado de este acto de creación "el mejor de los mundos posibles", en términos lógicos y ontológicos.

Sistemas filosóficos anteriores al cristianismo recogen un tema relacionado, como es en ética el llamado intelectualismo moral: quien mal obra no es malvado sino ignorante. (Platón.)


Ernesto Sábato comienza su Informe sobre ciegos desmontando la argumentación del argumento ontológico clásico de San Anselmo. Tras la operación de implacable lógica, el resultado es que es el Mal el que gobierna el mundo, puesto que no puede haber Dios.

Literatura aparte, todos los argumentos religiosos pueden parecernos pueriles o infundamentados en la razón y en la experiencia, las cuales nos indican: la primera, que están mal construidos lógicamente, y la segunda, que estamos rodeados de un mal algo más que relativo. La Historia no es más que la narración de una sucesión de crímenes atroces entre los cuales todos los pueblos de la tierra de encuentran figurando, según el momento, de víctimas o verdugos, o ambas cosas al tiempo.


Aún así, somos en ocasiones mucho más ingenuos de lo que nosotros mismos queremos creer. Creemos que los crímenes siempre ocurren en otra parte, y que las personas que nos dañan tienen motivaciones sentimentales fuertes  para hacerlo, y que en el fondo no quisieran hacernos ese mal, ni a nosotros ni a otras personas.Creemos que los crímenes son una excepción al comportamiento humano en general. Cuando lo cierto es que hay millones de personas que se mueven por malicia, maldad, crueldad, sadismo, perversión, etc etc en casi todos los ámbitos de su vida cotidiana y que no lo hacen motivados por ninguna razón comprensible, no ya excusable. Simplemente son malos porque les gusta serlo, porque son así.

Si nos tomamos unos instantes de reflexión, seremos conscientes de que el mal existe en sí mismo como una entidad sustentada por sí y para sí. El mal tiene una existencia propia y separada.Se nos presentará fenomenológicamente en la conciencia con la misma naturalidad y espontaneidad con la que  apreciamos en aquel famoso atardecer en el horizonte la gratuidad de la belleza y el placer estético. La risa sórdida y estúpida , la mueca despreciable y repugnante de aquel que acaba de cometer un acto de maldad gratuito tiene la misma consistencia que cualquier sentimiento bello y bueno, y nos produce una sensación propia y caracterísitca.

Ha de comprenderse que no nos remitimos aquí a las acciones basadas en el resentimiento moral, en el de venganza o culpabilidad. Nos referimos a la espontaneidad de la mala acción.


Dejemos de ser ingenuos y tengamos cuidado con los ciegos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario