viernes, 30 de diciembre de 2011

Aprendiz de brujo

Aprendiz de brujo

Carlos Ruíz Zafón, Marina

Hace poco cayó en mis manos de motu propio este libro, Marina.
Según cuenta el autor, es una de sus novelas anteriores a sus otros libros, más dirigidos al público adulto, por lo que esta ha quedado adjudicada al maltratado género que constituye en nuestros días la literatura juvenil (si es que eso existe).
Digo lo de maltratado porque ,aunque no tengo suficientes  elementos de juicio sobre este género en la actualidad (sólo he leído otro libro, de autor también español),lamentablemente dicha lectura me hizo ratificarme en que el género se había convertido en bazofia.
Vamos por partes: no creo que Marina sea un mal libro...del todo.
Cuando yo era joven y esperaba aún algo de la vida (carcajadas en off), lo que se entendía por libro juvenil eran algunas joyitas editadas por El Barco de Vapor, de SM, y otras colecciones de Alfaguara, etc, que aunque no eran la cumbre de las letras hispánicas, eran libros más que presentables. Es indudable que con el paso del tiempo, el impacto de los medios de comunicación y el desarrollo de la glorificación de la violencia como espectáculo para todos los públicos, así como el profundo deterioro axiológico en el que se han criado las últimas generaciones de españolitos y no españolitos, el concepto de novela o libro para jóvenes ha cambiado mucho.Ahora se presupone que el adolescente que se acerca (¿de veras alguno se acerca?) a un libro, ha visto más casquería, matanzas y demás lindezas de lo que sus padres verán jamás, y que está versado en todos los misterios de la vida, incluyendo el sado masoquismo, la...bueno, no voy a seguir por este camino porque me parece que me he expresado con suficiente claridad.
¿Qué quiero decir con esto? Bueno, quizá me estoy complicando mucho. Quizá sobre con expresarme acerca de la lectura.
Me parece que este libro es un constante quiero y no puedo, algo inclasificable, sí, pero no porque el autor haya querido, sino porque no ha sabido.Y ya sabemos que esta es la diferencia fundamental,básica, entre un buen y un mal escritor.
Lo malo: el momento histórico, que no casa en absoluto con la acción desarrollada en él, ni con los personajes que aparecen. La historia parece un cuento de Lovecraft que se ha ido de las manos, y como tal, no es mala;pero como tal, está descontextualizada. No valen truquitos tipo hacer que el protagonista entre en una taberna del Raval y de pronto nos encontremos catapultados a una secuencia de película española con personaje casposo incluído para que nos creamos estar en la Barcelona de 1980. El personaje sale de la taberna y todo vuelve a esa atmósfera decimonónica que impregna la novela el 95 por ciento del tiempo.Esos cortes definen, delatan, una mala novela.Hay alguno más.
La excesiva proliferación de personajes sin un propósito claro más que el de desarrollar una trama que se complica en exceso para simplemente llenar páginas y páginas es un recurso habitual en el mundo del best seller (supongo). No es que no haya leído ningún otro best seller, pero por ejemplo, al Umberto eco de El nombre de la rosa, se le daba mucho mejor el tema. Cuando leí esta novela recuerdo quedarme sin aliento en el Metro; cuando leo Marina, al llegar a la quinta historia auxiliar, ya me he perdido y no me acuerdo de la anterior.
Eso nos abre dos reflexiones, una sobre la trama y otra sobre los personajes. Para empezar, el protagonista no es absolutamente nada, no es nadie. Quizá la excusa sea la de que cuantos menos rasgos tenga, más puede el lector identificarse con él, o quizás es que tan sólo es la excusa para echar la trama a rodar sin realmente tener nada que ver con ella. De nuevo delata una mala novela. Según leo en Wikipedia, el personaje protagonista, sin embargo, podría estar relacionado con la vida del propio Zafón, quien fue a un colegio religioso cerca de los parajes que aparecen en el libro. Bueno. Irrelevante.
Eso nos lleva a la trama. Una trama que está pensada de atrás hacia adelante, es decir: se nota que la forma de contarnos la historia ha sido esta, urdirla para luego invertirla, como en una moviola. Se nota. No se tiene que notar.Mal otra vez.
Por supuesto, hay una gran profusión de escenas descriptivas de  película de acción y terror contemporánea, pero esto es una tendencia de la que no nos sentimos ya capaces de culpar a Zafón, que ha trabajado en los Usa de guionista...según sus biógrafos. Además, es un requisito previo e imprescindible,parece ser, para la novela que aspira a ser un superventas para el gran público que así sea.
Lo que realmente podemos reprochar a Zafón, una vez más, es la continua ida y venida del territorio puramente literario (donde a pesar de todo lo dicho, no se mueve mal), a otro terreno, el terreno de la realidad irreal, que pretende otra vez situar acción y personajes en un entorno donde no pintan nada (la última parte, donde se crea el escenario del hospital, otro ejemplo a tener en cuenta junto con el del ya mencionado episodio de la tasca.)Este recurso, que tampoco es patrimonio exclusivo del autor, consiste en meter "con calzador" escenas, paisajes, situaciones, personajes y diálogos que pretenden ser realistas, en los que a veces se nota que están inspirados en anécdotas reales (¿qué podemos decir?pues que de nuevo esto denota que el libro no está bien escrito).Y lo que es peor, denota mal arte de escritor,puesto que son truquitos de novato.
El libro tiene su propio territorio, que es la esfera de la literatura, y esto ya crea un mundo suficiente donde la historia debe bastarse a sí misma; cualquier buen novelista respeta este princio, que es básico. No hace falta hacer "incursiones a la realidad" para que el libro llegue más al lector o sea más creíble.Son parches antiestéticos.
Sobre todo esto, el propio Zafón opina:
Sobre su laboratorio creativo, Ruiz Zafón ha dicho: "Mi método de trabajo está dividido por capas. Escribo como se hace una película, en tres fases. La primera es la preproducción, en la que creas un mapa de lo que harás; pero cuando te pones a hacerlo ya te das cuenta de que vas a cambiarlo todo. Luego viene el rodaje: recoger los elementos con los que se hará la película; pero todo es más complejo y hay más niveles de los que habías previsto. Entonces, a medida que escribes, ves capas y capas de profundidad, y empiezas a cambiar cosas. En esa fase es cuando empiezo a preguntarme: '¿Y si cambiase los cables, o el lenguaje, o el estilo?'. Ahí creo la tramoya, que para el lector ha de ser invisible: el lector ha de leer como agua, le ha de parecer todo fácil... Pero para que sea así hay que trabajar mucho". http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Ruiz_Zaf%C3%B3n



En fin, creo que ya me he despachado suficiente con el pobre Zafón. Al principio dije que no era del todo un mal libro, y lo mantengo. Lo mejor que he encontrado en él ha sido el uso del lenguaje poético y de las figuras retóricas (teniendo como trasfondo y como musa la ciudad de Barcelona, partía con ventaja.) Este manejo del lenguaje fue lo que me mantuvo interesado en la lectura la mayoría del tiempo (y de aquí viene  lo de aprendiz de brujo: Zafón me ha recordado por momentos no sólo a Poe o a Lovecraft, sino también al Sábato de Sobre Héroes y tumbas.)
Creo que le daré una oportunidad a La sombra del viento, aunque no se debe esperar mucho más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario