lunes, 12 de diciembre de 2011

Ignatius reloaded

La segunda vez en mi vida que leí La Conjura de los necios me sorprendí al reconocer en el personaje de Ignatius un trasunto de mis propios diarios.
Lo que nos hace a Ignatius y a mí tan parecidos es que ninguno de los dos nos encontramos insertos en el mundo de los hombres.No nos han sido enseñadas las reglas, y hemos crecido al margen de la manada, al margen de lo social. De lo único que disponemos para manejarnos en este ámbito es de un manojo de valores caducos que producen befa y mofa entre nuestros contemporáneos. Nos dieron una educación de verdades falsas, que nosotros, de natural poco avispados, nos creímos a pies juntillas. Cuando se posee sentido de la ética por encima de las convenciones sociales,el mundo se convierte en un lugar agotador y feo, en un continuo naufragio del ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario