silenciosos lectores aquí y allá, separados unos de otros, inmersos cada cual en su mundo, se repartían por el paseo ajardinado como estatuas vivientes, como gigantes mitológicos devoradores de fábulas.
Esta noche absurda he revivido un pasado esquivo, y al menos en lo que duran estas horas lúcidas de madrugada, de borrachera y lágrimas aún frescas en mi pechera, he recordado que yo fui alguien antes de todos vosotros...