viernes, 28 de septiembre de 2012

Un Madrid desaparecido, un Madrid por venir: Pío Baroja, La lucha por la vida

Pío Baroja, Trilogía de La lucha por la vida, Cátedra, Letras Hispánicas 2011, Edición de Juan María Marín Martínez

Acometo esta trilogía sin haber leído nada anteriormente de este autor. En esta edición de Cátedra tenemos un amplio estudio previo a cada una de las partes, así como numerosas anotaciones que hacen referencia a los aspectos literarios, históricos y gramaticales, lo cual nos facilita bastante la tarea.

Mención aparte merece el asunto de las reediciones y las censuras de partes del texto, que ya nos ocurrió con Nada, de Carmen Laforet. Siguiendo la ya citada edición, nos guía de forma segura por el océano barojiano. Una cosa que nos dicen es que algunos hay que consideran a Baroja como el segundo mejor novelista español detrás de Cervantes. No estamos aquí en condiciones de aseverar o desmentir. Como siempre, trasladaremos las humildes impresiones del lector que viaja por esta trama.
Sólo daremos unas breves notas que nos han llamado la atención: el escritor, el hombre. Gran viajero aficionado a mezclar realidad con ficción en sus relatos, sobre todo en los pasajes descriptivos, que son amplísimos; casi nos atreveríamos a decir que constituyen el sesenta por ciento del texto. En este sentido es la primera parte, La Busca, la que más nos acerca al Madrid de finales del siglo XIX como si de una fotografía se tratara. Baroja se mueve entre una trama folletinesca, plagada de personajes que van y vienen, un paisaje que se esfuerza en dejar reflejado hasta el último detalle, con su subsiguiente punto de vista.Se podría pensar en un primer momento que este posicionamiento ideológico es portado por el protagonista, Manuel Alcázar. Una de las críticas que sufrió esta novela fue la aparente debilidad del personaje protagonista como tal. Parece que se trata de un mero objetivo del que se sirve el autor para llevarnos de un lado a otro, de un lugar a otro en el escenario de este Madrid monstruoso.
A lo largo de las páginas de la trilogía se verá que este punto de vista en realidad salta de un personaje a otro,y Baroja, haciendo valer su condición de demiurgo, irá poniendo sus opiniones e impresiones en boca de unos y otros.
De esta manera, la forma de escribir de Baroja es como una compleja y concienzuda construcción a base de descripciones de un paisaje-escenario, donde los personajes van y vienen a gusto de su autor como marionetas, cosa que a veces despista un poco al lector.

La estructura de La lucha por la vida se compone de tres libros: La Busca, Mala Hierba y Aurora Roja.
Analizaremos principalmente La Busca.

En este libro, como ya indicamos, se encuentra el mayor trabajo descriptivo del Madrid de la época, con un estilo marcadamente realista. El autor nos deja un testamento literario de ese Madrid que desapareció con el tiempo, imagino que primero durante los años veinte del siglo pasado y después con el crecimiento urbanístico imparable sobrevenido tras la posguerra, el franquismo y los sucesivos gobiernos democráticos posteriores. Es este un Madrid que se nos pinta terrible porque Baroja apenas si habla en algún momento de cómo vivían los pudientes; se limita a definir todas y cada una de las tonalidades de la miseria, material y moral.Un Madrid olvidado, que yace, dormido, bajo la actual ciudad; donde ahora se levantan casas de pisos de precio nada módico junto al recién inaugurado Madrid Río, se encontraba un gran poblado chabolista; donde están las actuales instalaciones deportivas del Canal y la EOI había un gran cementerio; la ciudad terminaba en Las Ventas; el barrio de Argüelles estaba lleno de corrales y descampados. Rivas era un pueblo fantasma, vacío y abandonado, y las cumbres del Guadarrama se podían avistar desde casi cualquier punto de la ciudad.Podríamos seguir y seguir con múltiples ejemplos.

Baroja testimonia la anatomía de la ciudad y la de sus gentes más míseras: hambre, enfermedad, delincuencia, picaresca, falta de educación, de trabajo, de infraestructuras: este es el retrato de la España del desastre del 98.
La forma de llevar el hilo conductor de la narración será la de seguir la trayectoria de un personaje, Manuel, que llega a la capital siendo prácticamente un niño para servir en una casa de huéspedes donde trabaja su madre. las andanzas de Manuel van permitiéndonos adentrarnos en las entrañas de la urbe podrida, viajando por sus bajos fondos y pintando gentes y paisajes con gran minuciosidad. En estos relatos, descripciones y diálogos, Baroja irá mezclando vivencias y opiniones de cosecha propia.

El dibujo de este Madrid trágico es lo que más le interesa al autor de esta primera obra. Se van perfilando personajes que aparecerán posteriormente. Se diría que en esta primera parte las opiniones más profundas  de Baroja no están excesivamente presentes.
Tras su expulsión de la casa de huéspedes, Manuel se desplazará a casa de otros parientes, en el extrarradio, y tomará contacto con los golfos o randas, jóvenes miserables que viven de la pequeña delincuencia y del menudeo. Tratará de trabajar y ganarse la vida honradamente, pero las condiciones de trabajo serán tan sumamente duras que no podrá hacerse con ningún oficio.
En medio de esta situación hay un personaje-faro, Roberto Hastings, una suerte de deus ex machina que aparecerá en momentos clave de la trilogía para salvarle el pescuezo a Manuel.Este personaje es el portador de la ideología barojiana, (una recepción española de las obras de Nietzsche en mitad del caldo de cultivo de lo que será la I Guerra mundial en Europa). Esto se verá claramente en la última parte de la trilogía, Aurora Roja, en la que Baroja se dedicará básicamente a pintar el panorama político e ideológico de la época.Frente al concepto de cambio ofrecido por socialismo y anarquismo, Baroja opondrá las ideas individualistas destiladas de la lectura de Nietzsche. Sus ideas serían posteriormente adoptadas y llevadas a cabo por el nazismo y otras dictaduras de índole fascista: abandono de enfermos e inválidos (si son débiles la naturaleza quiere que perezcan), y la lucha de todos contra todos en la que ha de prevalecer por ley propia la supremacía del fuerte, frente a las ideas socialistas .Es el concepto de "la ley es sólo para los débiles", etc.
Aunque con esta reflexión nos hemos saltado de un plumazo Mala hierba, el segundo tomo de la trilogía, hay que decir que este apenas constituye un puente entre los extremos, en el cual Baroja continúa pintando más realidades de los bajos fondos y la delicncuencia, y más tipologías de personajes, siendo a su vez esta segunda parte quizá la más folletinesca de las tres por su trama.
En fin, Baroja nos ha sorprendido para bien y para mal. Es evidente que  este autor, un hombre surgido de la burguesía, no valía para burgués; trató de ser industrial y no supo. Ejerció de médico, pero dejó el oficio para ejercer de literato.Incluso sufrió un desengaño político , aún siendo bastante joven, cosa que explica en parte su desprecio por los ideales de la justicia social.
Aunque todo esto no bastó para hacerle abandonar su postura anticlerical, cosa de que es de agradecer, que demuestra algo de lucidez al fin y al cabo (aunque en ello también había algunas motivaciones personales.)Por lo tanto, el Baroja ideólogo nos hace reflexionar sobre la naturaleza humana, sí, pero nos decepciona. O acaso no debiera, porque es sincero. Parafraseando al director de cine Luchino Visconti,
todos los intelectuales han de aparentar ser de izquierdas, pero luego cada uno hace lo que más le conviene.No es el caso de Baroja. Aunque nos decepcione, hemos de reconocer que buceó en la política de su tiempo, tomó partido, se informó, y al cabo, se desilusionó pronto. Pero así lo hizo y lo dijo.
La lectura en sí, empero, no decepciona; el arte de escribir en Baroja no es fama inventada. Aunque la lectura se puede hacer a ratos algo pesada por lo minucioso, y es altamente recomendable que ésta esté guiada por notas explicativas, leer a Baroja es una aventura que todo lector que se precie no puede dejar de acometer.
No sé si es o no el mejor novelista español después de Cervantes, pero es un gran novelista y un enorme cronista. 


Bien mirado...

Bien mirado, los habitantes son dichosos por imaginación más que por contacto directo con la realidad.

Julio Cortázar, Un pequeño Paraíso, contenido en Un tal Lucas.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Apuntes de un museo al natural

Abril

Todos estos jóvenes se pudren ante mis ojos, día tras día.Entran aquí con el brillo de su juventud en sus rostros y en sus corazones, pero en el fondo, llevan la semilla de lo que realmente son escondida en el seno de su ser.Y pasan los días y la semilla germina y florece, y los va transformando.
La belleza huye. Sólo era un frágil cascarón.

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Este sitio tiene mucho de manicomio, de hospital; cuando ante mí pasan enfermos, tullidos, o débiles mentales que aúllan,no les miro, no me sobresalto;sólo echo una ojeada disimulada y rápida para asegurarme de que todo está en orden y espero a que desaparezcan por la siguiente puerta, sin mostrar ni un asomo de curiosidad, ni ningún otro sentimiento.Impasible como el celador de un centro psiquiátrico, sombra amorfa en una cárcel de Piranesi que ha cobrado realidad.


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Oda a mis compañeros
(esos hijos de puta)

Viejo equipo oxidado, que sin embargo, es capaz de unirse ante el reto del funcionamiento,y haciendo un ruido de mil demonios, como el motor descacharrado de un coche antiquísimoy maltratado por el tiempo y los elementos, hace su función, hace su función, hace su función. Así son las piezas de un motor vetusto: cada una diferente de las otras, cada una escupiendo una música diferente, un estruendo sordo de matrimonio que hace tantas décadas que discute, que ya no se escucha, ...y sin embargo, se mueve.

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Ellos

Al fondo del pasillo languidece, sentado, las piernas colgando de la silla ridícula.Por más horas, días, cervezas y encuentro sociales, conversaciones que pasen; por más que los años, y estos tiempos de mierda se empeñen en que nuestros caminos aún no se hayan separado; por más que hayamos envejecido y sigamos envejeciendo, no sé si por obstinación tuya, mía o de ambos, somos y seguiremos siendo los mismos extraños.Cada amanecer borra de nuestro recuerdo lo hablado en la jornada anterior.

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