jueves, 30 de septiembre de 2010

viejo


Uno sabe a ciencia cierta que es viejo cuando los paisajes de antaño se hacen pequeños y uno puede recorrer lo que antes parecían kilómetros dando dos simples zancadas.

Antes, los barrios parecían laberintos que recorrían larguísimas distancias, en los que el atribulado viajero podía perderse, y perder su vida y su cordura para siempre.

Ahora, los caminos se hacen ridículamente cortos y breves,y lo que antes se antojaban calles infinitas en una metrópoli ignota,ahora sólo son vericuetos cortos, como de ciudad provinciana, calles sucias de estar tan pisadas,;una y otra vez he recorrido esta senda, y una y mil veces he tropezado y he caído en ella, y mira, fíjate: ahora la han convertido en una calle peatonal, pareciese que nunca fue peligrosa, que nunca fue infinita, que alguna vez alcancé el fin de aquel callejón oscuro y sombrío, y una vez  hecho, comprobé que la resurrección no existe.