sábado, 25 de febrero de 2012

Juan José Millás, Lo que sé de los hombrecillos (I)

He intentado leer alguna reseña crítica de esta novela, y lo más que he alcanzado a encontrar en internet es la de Juan cruz: http://blogs.elpais.com/juan_cruz/2010/09/lo-que-s%C3%A9-de-los-hombrecillos-de-juan-jos%C3%A9-mill%C3%A1s.html
Se trata de un conocido/amigo de Millás, que ofrece la siguiente clave interpretativa: es una constante, en las últimas obras del autor, el juego o recurso literario del desdoblamiento, de la identidad demediada.
Yo básicamente conozco al Millás articulista. Durante años, en mi adolescencia y juventud, seguí religiosamente las columnas y reportajes de Millás en el diario El País. El estilo de Millás es atractivo, por lo irónico,y surrealista, y siempre con un deje de denuncia social,una progresía muy en la línea editorial de su periódico. Los últimos años, por múltiples motivos he dejado de tener acceso regular a estos artículos; pero recuerdo que los últimos que leí, en el dominical, rayaban en lo demagógico.
También recuerdo que cierta vez escuché a Millás por la radio y me llamó la atención el tono de su voz por lo desagradable y chulesco. Como empieza a ser habitual por aquí, sobre todo con los autores contemporáneos, parece que primero doy el varapalo y después recojo los restos del literato en cuestión, tratando de hacer una arqueología del valor entre los fragmentos que ha dejado el ataque. Pero también se puede interpretar como una limpieza más o menos crítica o exhaustiva, en la que, a riesgo de hacer rasguños, se lava toda la porquería con un estropajo bien duro para dejar lo más esencial, lo mejor, a la vista, bien reluciente.

No me cae antipático Millás como autor. De hecho, tengo cierto recuerdo pueril y placentero de sus artículos, a los que aúno la sensación dominical del desayuno y el periódico, y tantas otras cosas tan burguesas como el propio periódico. Así es que podría decirse que tengo cierto vínculo afectivo y de clase, con Millás.

Pero nunca había leído una novela suya. Aunque conocía sobradamente su estilo, en resumen.

Uno de los distintivos del estilo de Millás ha sido siempre el hecho de jugar con distintos planos de lo real, arte que domina bastante bien.También es cierto que se apoya demasiado en este recurso hasta elevarlo al estado de premisa narrativa,casi de fundamento, sobre el cual sustenta todos los elementos de la narración.Supongo que perro viejo no aprende trucos nuevos.
Es una fórmula que da sus frutos, ¿para qué cambiarla? A estas alturas, imagino que el lector de MIllás no espera ni más, ni menos.