viernes, 30 de noviembre de 2012

Carlos Fernández Liria

En esta entrada voy a dejar constancia de links de video y audio del filósofo Carlos Fernández Liria.

http://www.youtube.com/watch?v=k-Ev5jKhdPA

http://www.youtube.com/watch?v=NRC7gdihVkg

http://www.youtube.com/watch?v=lK7JoelaEkw

http://www.youtube.com/watch?v=8QKQ7vCQYpQ

http://www.ivoox.com/carlos-fernandez-liria-legalidad-legitimidad-una-discusion-audios-mp3_rf_1612818_1.html

Seguiremos informando, que hay más...


viernes, 23 de noviembre de 2012

Borroughs

Traté de empezar a leer El almuerzo desnudo, de William Burroughs, pero resultó una tarea tan confusa que  tuve que desisitir. La frustración me llevó a encontrar en internet en el link de más abajo una brillante explicación de por qué me había ocurrido esto y cuál es la forma correcta de acercarse a la obra de Burroughs.Algún día, pues. Sin embargo, el prólogo de El almuerzo desnudo puede leerse sin problemas.



http://www.sysvisions.com/feedback-zine/especiales/e_burroughs.html



miércoles, 7 de noviembre de 2012

KAVAFIS, Viaje a Ítaca.

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Un Madrid desaparecido, un Madrid por venir: Pío Baroja, La lucha por la vida

Pío Baroja, Trilogía de La lucha por la vida, Cátedra, Letras Hispánicas 2011, Edición de Juan María Marín Martínez

Acometo esta trilogía sin haber leído nada anteriormente de este autor. En esta edición de Cátedra tenemos un amplio estudio previo a cada una de las partes, así como numerosas anotaciones que hacen referencia a los aspectos literarios, históricos y gramaticales, lo cual nos facilita bastante la tarea.

Mención aparte merece el asunto de las reediciones y las censuras de partes del texto, que ya nos ocurrió con Nada, de Carmen Laforet. Siguiendo la ya citada edición, nos guía de forma segura por el océano barojiano. Una cosa que nos dicen es que algunos hay que consideran a Baroja como el segundo mejor novelista español detrás de Cervantes. No estamos aquí en condiciones de aseverar o desmentir. Como siempre, trasladaremos las humildes impresiones del lector que viaja por esta trama.
Sólo daremos unas breves notas que nos han llamado la atención: el escritor, el hombre. Gran viajero aficionado a mezclar realidad con ficción en sus relatos, sobre todo en los pasajes descriptivos, que son amplísimos; casi nos atreveríamos a decir que constituyen el sesenta por ciento del texto. En este sentido es la primera parte, La Busca, la que más nos acerca al Madrid de finales del siglo XIX como si de una fotografía se tratara. Baroja se mueve entre una trama folletinesca, plagada de personajes que van y vienen, un paisaje que se esfuerza en dejar reflejado hasta el último detalle, con su subsiguiente punto de vista.Se podría pensar en un primer momento que este posicionamiento ideológico es portado por el protagonista, Manuel Alcázar. Una de las críticas que sufrió esta novela fue la aparente debilidad del personaje protagonista como tal. Parece que se trata de un mero objetivo del que se sirve el autor para llevarnos de un lado a otro, de un lugar a otro en el escenario de este Madrid monstruoso.
A lo largo de las páginas de la trilogía se verá que este punto de vista en realidad salta de un personaje a otro,y Baroja, haciendo valer su condición de demiurgo, irá poniendo sus opiniones e impresiones en boca de unos y otros.
De esta manera, la forma de escribir de Baroja es como una compleja y concienzuda construcción a base de descripciones de un paisaje-escenario, donde los personajes van y vienen a gusto de su autor como marionetas, cosa que a veces despista un poco al lector.

La estructura de La lucha por la vida se compone de tres libros: La Busca, Mala Hierba y Aurora Roja.
Analizaremos principalmente La Busca.

En este libro, como ya indicamos, se encuentra el mayor trabajo descriptivo del Madrid de la época, con un estilo marcadamente realista. El autor nos deja un testamento literario de ese Madrid que desapareció con el tiempo, imagino que primero durante los años veinte del siglo pasado y después con el crecimiento urbanístico imparable sobrevenido tras la posguerra, el franquismo y los sucesivos gobiernos democráticos posteriores. Es este un Madrid que se nos pinta terrible porque Baroja apenas si habla en algún momento de cómo vivían los pudientes; se limita a definir todas y cada una de las tonalidades de la miseria, material y moral.Un Madrid olvidado, que yace, dormido, bajo la actual ciudad; donde ahora se levantan casas de pisos de precio nada módico junto al recién inaugurado Madrid Río, se encontraba un gran poblado chabolista; donde están las actuales instalaciones deportivas del Canal y la EOI había un gran cementerio; la ciudad terminaba en Las Ventas; el barrio de Argüelles estaba lleno de corrales y descampados. Rivas era un pueblo fantasma, vacío y abandonado, y las cumbres del Guadarrama se podían avistar desde casi cualquier punto de la ciudad.Podríamos seguir y seguir con múltiples ejemplos.

Baroja testimonia la anatomía de la ciudad y la de sus gentes más míseras: hambre, enfermedad, delincuencia, picaresca, falta de educación, de trabajo, de infraestructuras: este es el retrato de la España del desastre del 98.
La forma de llevar el hilo conductor de la narración será la de seguir la trayectoria de un personaje, Manuel, que llega a la capital siendo prácticamente un niño para servir en una casa de huéspedes donde trabaja su madre. las andanzas de Manuel van permitiéndonos adentrarnos en las entrañas de la urbe podrida, viajando por sus bajos fondos y pintando gentes y paisajes con gran minuciosidad. En estos relatos, descripciones y diálogos, Baroja irá mezclando vivencias y opiniones de cosecha propia.

El dibujo de este Madrid trágico es lo que más le interesa al autor de esta primera obra. Se van perfilando personajes que aparecerán posteriormente. Se diría que en esta primera parte las opiniones más profundas  de Baroja no están excesivamente presentes.
Tras su expulsión de la casa de huéspedes, Manuel se desplazará a casa de otros parientes, en el extrarradio, y tomará contacto con los golfos o randas, jóvenes miserables que viven de la pequeña delincuencia y del menudeo. Tratará de trabajar y ganarse la vida honradamente, pero las condiciones de trabajo serán tan sumamente duras que no podrá hacerse con ningún oficio.
En medio de esta situación hay un personaje-faro, Roberto Hastings, una suerte de deus ex machina que aparecerá en momentos clave de la trilogía para salvarle el pescuezo a Manuel.Este personaje es el portador de la ideología barojiana, (una recepción española de las obras de Nietzsche en mitad del caldo de cultivo de lo que será la I Guerra mundial en Europa). Esto se verá claramente en la última parte de la trilogía, Aurora Roja, en la que Baroja se dedicará básicamente a pintar el panorama político e ideológico de la época.Frente al concepto de cambio ofrecido por socialismo y anarquismo, Baroja opondrá las ideas individualistas destiladas de la lectura de Nietzsche. Sus ideas serían posteriormente adoptadas y llevadas a cabo por el nazismo y otras dictaduras de índole fascista: abandono de enfermos e inválidos (si son débiles la naturaleza quiere que perezcan), y la lucha de todos contra todos en la que ha de prevalecer por ley propia la supremacía del fuerte, frente a las ideas socialistas .Es el concepto de "la ley es sólo para los débiles", etc.
Aunque con esta reflexión nos hemos saltado de un plumazo Mala hierba, el segundo tomo de la trilogía, hay que decir que este apenas constituye un puente entre los extremos, en el cual Baroja continúa pintando más realidades de los bajos fondos y la delicncuencia, y más tipologías de personajes, siendo a su vez esta segunda parte quizá la más folletinesca de las tres por su trama.
En fin, Baroja nos ha sorprendido para bien y para mal. Es evidente que  este autor, un hombre surgido de la burguesía, no valía para burgués; trató de ser industrial y no supo. Ejerció de médico, pero dejó el oficio para ejercer de literato.Incluso sufrió un desengaño político , aún siendo bastante joven, cosa que explica en parte su desprecio por los ideales de la justicia social.
Aunque todo esto no bastó para hacerle abandonar su postura anticlerical, cosa de que es de agradecer, que demuestra algo de lucidez al fin y al cabo (aunque en ello también había algunas motivaciones personales.)Por lo tanto, el Baroja ideólogo nos hace reflexionar sobre la naturaleza humana, sí, pero nos decepciona. O acaso no debiera, porque es sincero. Parafraseando al director de cine Luchino Visconti,
todos los intelectuales han de aparentar ser de izquierdas, pero luego cada uno hace lo que más le conviene.No es el caso de Baroja. Aunque nos decepcione, hemos de reconocer que buceó en la política de su tiempo, tomó partido, se informó, y al cabo, se desilusionó pronto. Pero así lo hizo y lo dijo.
La lectura en sí, empero, no decepciona; el arte de escribir en Baroja no es fama inventada. Aunque la lectura se puede hacer a ratos algo pesada por lo minucioso, y es altamente recomendable que ésta esté guiada por notas explicativas, leer a Baroja es una aventura que todo lector que se precie no puede dejar de acometer.
No sé si es o no el mejor novelista español después de Cervantes, pero es un gran novelista y un enorme cronista. 


Bien mirado...

Bien mirado, los habitantes son dichosos por imaginación más que por contacto directo con la realidad.

Julio Cortázar, Un pequeño Paraíso, contenido en Un tal Lucas.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Apuntes de un museo al natural

Abril

Todos estos jóvenes se pudren ante mis ojos, día tras día.Entran aquí con el brillo de su juventud en sus rostros y en sus corazones, pero en el fondo, llevan la semilla de lo que realmente son escondida en el seno de su ser.Y pasan los días y la semilla germina y florece, y los va transformando.
La belleza huye. Sólo era un frágil cascarón.

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Este sitio tiene mucho de manicomio, de hospital; cuando ante mí pasan enfermos, tullidos, o débiles mentales que aúllan,no les miro, no me sobresalto;sólo echo una ojeada disimulada y rápida para asegurarme de que todo está en orden y espero a que desaparezcan por la siguiente puerta, sin mostrar ni un asomo de curiosidad, ni ningún otro sentimiento.Impasible como el celador de un centro psiquiátrico, sombra amorfa en una cárcel de Piranesi que ha cobrado realidad.


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Oda a mis compañeros
(esos hijos de puta)

Viejo equipo oxidado, que sin embargo, es capaz de unirse ante el reto del funcionamiento,y haciendo un ruido de mil demonios, como el motor descacharrado de un coche antiquísimoy maltratado por el tiempo y los elementos, hace su función, hace su función, hace su función. Así son las piezas de un motor vetusto: cada una diferente de las otras, cada una escupiendo una música diferente, un estruendo sordo de matrimonio que hace tantas décadas que discute, que ya no se escucha, ...y sin embargo, se mueve.

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Ellos

Al fondo del pasillo languidece, sentado, las piernas colgando de la silla ridícula.Por más horas, días, cervezas y encuentro sociales, conversaciones que pasen; por más que los años, y estos tiempos de mierda se empeñen en que nuestros caminos aún no se hayan separado; por más que hayamos envejecido y sigamos envejeciendo, no sé si por obstinación tuya, mía o de ambos, somos y seguiremos siendo los mismos extraños.Cada amanecer borra de nuestro recuerdo lo hablado en la jornada anterior.

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viernes, 31 de agosto de 2012

El Ecce Homo de Borja

Hace varios meses que no paso mis notas de lectura por este blog, por falta de tiempo más que nada.
Pero ahora que tengo un momento, un precioso instante, siento la necesidad de detenerme en medio del curso de este río literario y orillar para poder hacer referencia a este caso peculiar del Ecce Homo de Borja.

Como siempre, vayan por delante las consideraciones primarias y formales: todo el mundo conoce más o menos la historia, que ya ha trascendido las fronteras españolas y ha llegado incluso a la televisión de Estados Unidos. Cecilia Giménez, una anciana y buena mujer de la localidad aragonesa de Borja, con el consentimiento de los responsables de cuidar el patrimonio religioso (párroco, concejal de cultura, etc etc), se puso a restaurar un Ecce Homo decimonónico que, en formato de fresco, adornaba una de las paredes de la iglesia de Borja.
El resultado, como también todos hemos visto, ha sido de lo más curioso.
A mis oídos han llegado quejas bien fundamentadas de los profesionales de la restauración y estudiosos y profesionales del mundo del arte: dejar que una persona que no tiene estudios de restauración toque cualquier obra de arte, ya sea sacra o no, no parece precisamente la mejor de las ocurrencias. Si Cecilia lo hacía era porque a los anteriormente mencionados responsables de la correcta conservación del patrimonio preferían que esta buena mujer diera cuatro brochazos discretos sobre la túnica del estropeado fresco para disimular que contratar a un profesional que restaurase la pieza. A la buena de Cecilia la restauración se le fue de las manos, y los mass media han hecho el resto.
También he oído la furibunda opinión de algunos  talibanes del arte, que si por ellos fuera, encarcelarían, y a poco que les dejasen, fusilarían a nuestra abuelilla.
Yo a todo esto tengo que decir que no, que poniéndonos serios pues no está bien que las obras de arte se dejen en manos de cualquiera, que duda cabe.
También tengo que decir que en este caso concretísimo que nos ocupa, creo que con el resultado de la restauración hemos ganado mucho, y ahora trataré de explicar mi punto de vista.

A España le sobra patrimonio cultural sacro. Es cierto que probablemente mucho de este no se encuentre en las mejores condiciones de conservación, y esto no es una cuestión desdeñable. Pero la cantidad de Cristos, Vírgenes y santos de todas las especies que llenan las iglesias españolas varían muy mucho entre ellos en calidad y estética. Hay auténticos mamarrachos, monumentos al mal gusto, a lo cursi y a una beatería casposa.Y creo que un pequeño Ecce Homo del siglo XIX pintado en una pared , que no era nada del otro mundo, no es una gran pérdida comparado con la que ha montado la señora Cecilia.
El curioso intento de restauración de la buena señora se ha convertido rápidamente en una imagen que ha trascendido la iconografía meramente religiosa. Ha probado ser intercambiable casi por cualquier cara, por cualquier icono del siglo XX. Todo es el Ecce Homo de Borja y todos somos el Ecce Homo de Borja. Es la esencia misma de la parodia, del gag, de la máscara tragicómica del teatro más remoto y ancestral.
Es telúrico, totémico, barre de un rápido trazo casi todo el movimiento expresionista y lo resume en media pincelada. Es máscara carnavalesca, esencia de la risa y la agonía, o de la agonía tomada a risa.
Ya que he llegado a este punto, no me queda más remedio que terminar mi argumento: mucho he escrito sobre la maldad humana primoridial e innata a la especie, sobre la teodicea, que es uno de los leitmotiv de este blog. Pero hay algo que va intrínsecamente unido a esta maldad humana, demasiado humana, y ese algo se llama estupidez. Es ese algo de lo que estamos hechos, parte indestrucitible e inalienable de nosotros mismos, algo sin lo que no seríamos seres humanos. Cada uno cargamos con nuestra propia porción de estupidez como una cruz identitaria de la especie y de cada uno de nosotros. La estupidez es aquello que no nos deja avanzar y que se halla en casi todo lo que somos y hacemos.La concepción del Ecce Homo de Borja se ha hecho desde esa estupidez, y es por ello que puede saltar rápidamente de su sitio en una pared y convertirse en icono del siglo XXI: la estupidez por fin ha trascendido por sí misma, por fin tiene cara. Por fin alguien se atreve a decirnos universalmente que tenemos un grave problema, y que no seremos poco más que unos primates estúpidos y crueles mientras no tratemos de solucionarlo.
Por todo esto, y por mucho más, me declaro fan incondicional de esta obra de art brut.

martes, 1 de mayo de 2012

Carmen Laforet, Nada

Nada

Carmen Laforet

Poco queda ya por decir de esta novela si uno ha leído la edición que he leído yo. Gracias al estudio de Domingo Ródenas de Moya,(ed.Clásicos y Modernos, 2010),tenemos un análisis formal y material, histórico y anotado, exhaustivo, inteligente, redondo.
Sólo quedarían por expresar mis pobres y torpes impresiones personales,así que lo haré desde la voluntad de, simplemente, reflexionar sobre el contenido de la novela en sí misma y del comentario posterior.

Nos cuentan que cuando Laforet escribió este libro era muy joven, y que por eso este contiene algunas faltas de estilo y gramática que no obstante, por respeto al texto original, la presente edición reproduce íntegramente, sin mediar corrección alguna.
Nos hablan también de una autora que (por lo que nos cuentan, ya que en este caso, tampoco hemos leído nada más de ella), tuvo su mayor acierto literario con esta ópera prima, siendo el resto de su producción literaria un dar vueltas a la misma idea, con alguna que otra excepción.
"Nada" es una novela expresionista en cuanto a la narración, y refleja muy bien la atmósfera enrarecida, miserable, viciada y tensa que quiere transmitir. En cuanto a la narradora, Nada es una novela existencialista; ha sido comparada con Cumbres Borrascosas por su argumento y sensibilidad narrativa, aunque la autora negó todo vínculo directo con esta novela; con quien sí acepta el vínculo es con el Ulises de Joyce.También guarda relación con la biografía personal de su autora, aunque ella niega igualmente que los hechos narrados tengan algo que ver con sus viviencias durante su estancia en Barcelona.
La novela superó la censura y se publicó tal cual.Las notas aclaratorias nos explican que la autora probablemente ajustó su libro para que fuera lo menos cercenado posible. Así, se trata de una novela romántica, casi gótica, que habla de los desastres de la guerra en una sociedad y un país, pero mediante la puesta en escena de una familia tan peculiar  (y una narradora también particular,)que uno se pierde en la historia y en la trama sin que le dé tiempo suficiente a politizar (eso supondría una atenta lectura de fondo.)

Junto con este trabajo, el lector también conocerá de la realidad social de la Barcelona de la posguerra, especialmente de la burguesía, puesto que es la clase social retratada. El estudio de Domingo Ródenas de Moya realiza una clave interpretativa que nos remite a la serie de Los desastres de la guerra, de Goya, uno de los cuales se llama, precisamente, Nada.

De esta forma pareciera que la novela no dice todo lo que podría decir, por limitaciones externas, y también quizás porque el interés se centra en la joven narradora.

A mi juicio parece lo más importante del libro: la historia de opresión social, psicológica, económica, que sufre tanto la protagonista como el resto de las mujeres que la rodean.Me parece llamativo que no se mencione en ninguno de los textos del estudio el hecho de que Ena, la amiga de Andrea, es la única mujer que aparece en la novela dispuesta a romper efectivamente sus cadenas de manera activa. Ena sería el principio de la acción frente al principio de la contemplación representado por Andrea. Aunque son polos opuestos, ambas ejercen una voz discordante con lo establecido y suponen una petición de ruptura.

Y es precisamente esta petición de ruptura la que, al final del libro, abre un resquicio de esperanza y lanza un rayo de luz sobre las tenebrosas páginas de Nada, ofreciendo la idea de que la narradora ha comenzado una vida nueva en otro lugar, llevándose de esta Barcelona gótica y llena de miseria unos conocimientos sobre la vida que lejos de amedrentarla, le han hecho más fuerte, puesto que dicha narradora, que nos habla desde su pasado, analiza a Andrea desde la serenidad y la sabiduría de alguien que ha aprendido y madurado.

Juan José Millás, Lo que sé de los hombrecillos (II)

Continuamos con esta novela de Millás.
 Siguiendo las metáforas biológicas del autor, para poder hablar sobre su obra no queda más remedio que utilizar sus propios instrumentos.Así que creo que lo más fácil sería hacer una disección de este librito como si de un insecto exótico se tratara, retirando cada aparato funcional por un lado, para poder articular algo medianamente coherente.
Como todo buen biólogo debería saber, la visión cartesiana de los aparatos de un ente biológico no es más que un recurso mecanicista, que limita mucho la comprensión global del funcionamiento del ente como el todo que es. Sabiendo esto, cuidando de esto, veremos que al observar el corazón muy probablemente terminaremos en los riñones, o en quién sabe qué otro órgano. Así es la narrativa de Millás, consciente e inconscientemente.
Empezaremos, pues, por un principio :nuestro protagonista. No tiene nombre;de hecho, casi ningún personaje de la novela lo tiene, salvo Alba, la nieta postiza, y Vanessa, la prostituta. Esto quizá se deba a que son seres de los cuales el protagonista tiene otro tipo de visión, de capacidad comunicativa que requiere una total alteridad, por un motivo u otro. Son personajes que muestran unas características entitativas que permiten un anclaje de la narración en relación al eje central del protagonista. Y esto sucede porque el protagonista, efectivamente, se desdobla. Metafórica y literalmente. Millás ejerce algo de psicoanalista en esta novela fabulada; en alguna ocasión se expresa con términos estrictamente freudianos(al explicar un sueño, por ejemplo.)Nuestro protagonista es un hombre jubilado, catedrático emérito de Economía. Su vida consiste en ejercer tareas domésticas muy rutinarias,como si fuera un ama de casa, y en una débil y residual tarea profesional que piensa continuamente en abandonar. Aunque casado, está completamente solo.(no se le conocen amigos, solo los vecinos de la puerta de enfrente.) Tampoco tiene hijos, pese a tratarse de su tercer matrimonio.La descripción del día a día y del sentir de este hombre se nos muestra como profundamente patética, como una existencia fracasada, agotada en sí misma, cansada, terminada y además, estéril.El personaje reconoce que estudió y se dedicó a la economía porque en otro tiempo creía que ella era la base de la realidad, pero con el paso de este se dio cuenta de que tenía muy poco de real. Mientras tanto, su mujer, con la que no tiene, por acuerdo prematrimonial, relaciones, sigue dedicada a la vida laboral activa, también en el ámbito de la docencia universitaria, y está iniciando una dura carrera política.Esta mujer la describe Millás como hombruna, y quizás nos haga pensar en el hombre fracasado de finales del siglo XX y principios del XXI, y en que la mujer, que le ha tomado el relevo, a imagen y semejanza de él, (puesto que nació, no lo olvidemos, de su costilla, como el hombrecillo que nace de diversas partes del cuerpo del protagonista), es de alguna manera su doble y también su doble fracaso, puesto que en el epílogo se nos comunica que muere habiendo fracasado en todas sus aspiraciones. Aunque también termina por existir sexo entre ambos, que se desarrolla de forma casi onírica, con una fantasía que remite continuamente a la lengua escrita, a la escritura (¿relaciones con la musa interior?). Se pueden escribir muchas tonterías a este respecto.

En este punto de su absurda vida, vienen al rescate del protagonista los hombrecillos, que, como vimos, no son apariciones exclusivas de este libro, dentro de la narrativa de Millás. Pero como somos ignorantes del resto de la misma, sólo haremos un breve análisis de su presencia y posibles significados.  Aunque en el epílogo, de nuevo, el autor hace mención a una imaginaria literatura acerca de los famosos hombrecillos, lo cierto es que nos recuerdan no sólo a los habitantes de Lilliput, de Swift, sino también a los homúnculos de Fausto.
Los hombrecillos han aparecido y desaparecido de la vida del ex catedrático intermitentemente, y en este punto concreto de su existencia, en la que lleva puesta siempre, una bata de estar por casa, los hombrecillos comienzan a alimentarse de los trozos de pan duro que él guarda en los bolsillos de dicha prenda y que de vez en cuando mordisquea, justificando esta acción como "mi único vicio".
Los hombrecillos, pues, empiezan a manifestarse con mayor continuidad y descaro, hasta que construyen un doble del protagonista con diminutos fragmentos de su cuerpo. Este doble tendrá un vínculo telepático con él, que será más o menos intenso por momentos, hasta el punto de ser total y absoluto o de desaparecer por completo.
A partir de aquí, el hombrecillo será el detonante que hará que toda esta niebla de rutina se remueva violentamente y que vuelvan a la vida de este hombre semicadáver las emociones, el sexo, el tabaco y el alcohol, (por otro lado, vicios tratados de forma algo ridícula, como si tomarse un par de copas de vino y fumarse dos o tres cigarrillos supusiesen una enorme caída en algún tipo de vicio.) La mayor tontería que hace nuestro hombre es contratar los servicios de una prostituta, con la que no llega a hacer nada, y finalmente, sentir el impulso de matar a otro hombre, cosa que tampoco llega a hacer, contentando a su hombrecillo ( que es quien le pide todos estos excesos), con la muerte de un bogavante.
Finalmente, la marcha de su mujer a causa de un viaje de una semana, consigue que nuestro hombre, convertido en un crápula, llegue al paroxismo de su situación de ruptura consigo mismo: la rutina del orden y la limpieza ha desaparecido;se pasa la semana nadando en tabaco, alcohol, suciedad, eyaculaciones adolescentes y su propia porquería.
Llegados a este punto, los hombrecillos resinsertan en su cuerpo al ser que de este habían extraído, semejante a él y a ellos. Aquí podemos decir que la fractura ha desaparecido, la brecha se ha cerrado; la psicosis ha sanado, y, en definitiva, la crisis del burgués , explicada con otras muy diferentes palabras y temas por Hesse en El lobo estepario, entre otros, y la crisis del hombre individual, han cesado.
¿Andropausia?¿Fracaso personal?¿Generacional, social, individual?Hace también hincapié varias veces Millás en el hecho de que el personaje, a lo largo de su vida, nunca se ha sentido integrado en lo social, siempre se ha sentido un bicho raro, un extraño.Para enfatizar esto, hay algún pasaje en el que se homenajea a Kafka, haciendo las comparaciones pertinentes de la sensación de haberse convertido en un insecto.
En resumen, andropausia existencial y absurda, con un buen ritmo narrativo, que nos hace pensar en que no estaría mal, algún día de estos, abrir otra novela del autor, preferentemente de las primeras, eso sí, sin esperar algo muy distinto.Aunque me sigo quedando de momento con los artículos periodísticos.

sábado, 25 de febrero de 2012

Juan José Millás, Lo que sé de los hombrecillos (I)

He intentado leer alguna reseña crítica de esta novela, y lo más que he alcanzado a encontrar en internet es la de Juan cruz: http://blogs.elpais.com/juan_cruz/2010/09/lo-que-s%C3%A9-de-los-hombrecillos-de-juan-jos%C3%A9-mill%C3%A1s.html
Se trata de un conocido/amigo de Millás, que ofrece la siguiente clave interpretativa: es una constante, en las últimas obras del autor, el juego o recurso literario del desdoblamiento, de la identidad demediada.
Yo básicamente conozco al Millás articulista. Durante años, en mi adolescencia y juventud, seguí religiosamente las columnas y reportajes de Millás en el diario El País. El estilo de Millás es atractivo, por lo irónico,y surrealista, y siempre con un deje de denuncia social,una progresía muy en la línea editorial de su periódico. Los últimos años, por múltiples motivos he dejado de tener acceso regular a estos artículos; pero recuerdo que los últimos que leí, en el dominical, rayaban en lo demagógico.
También recuerdo que cierta vez escuché a Millás por la radio y me llamó la atención el tono de su voz por lo desagradable y chulesco. Como empieza a ser habitual por aquí, sobre todo con los autores contemporáneos, parece que primero doy el varapalo y después recojo los restos del literato en cuestión, tratando de hacer una arqueología del valor entre los fragmentos que ha dejado el ataque. Pero también se puede interpretar como una limpieza más o menos crítica o exhaustiva, en la que, a riesgo de hacer rasguños, se lava toda la porquería con un estropajo bien duro para dejar lo más esencial, lo mejor, a la vista, bien reluciente.

No me cae antipático Millás como autor. De hecho, tengo cierto recuerdo pueril y placentero de sus artículos, a los que aúno la sensación dominical del desayuno y el periódico, y tantas otras cosas tan burguesas como el propio periódico. Así es que podría decirse que tengo cierto vínculo afectivo y de clase, con Millás.

Pero nunca había leído una novela suya. Aunque conocía sobradamente su estilo, en resumen.

Uno de los distintivos del estilo de Millás ha sido siempre el hecho de jugar con distintos planos de lo real, arte que domina bastante bien.También es cierto que se apoya demasiado en este recurso hasta elevarlo al estado de premisa narrativa,casi de fundamento, sobre el cual sustenta todos los elementos de la narración.Supongo que perro viejo no aprende trucos nuevos.
Es una fórmula que da sus frutos, ¿para qué cambiarla? A estas alturas, imagino que el lector de MIllás no espera ni más, ni menos.

martes, 3 de enero de 2012

fantasmas-reflexión serena

Reírse de otro es tratar de alejar los propios fantasmas. Quien más se burla de los demás es digno de lástima; está completamente cercado por sus miedos.